En Alejandría, las estatuas se mueven. Y los obeliscos también. Los reyes Ptolomeos, que gobernaron Egipto en la época helenística, los tomaron prestados para adornar su nueva capital, tal y como hicieron después los emperadores romanos. Estas milenarias piedras viajaron hasta Roma, Londres y Nueva York, donde se encuentran actualmente. Pero la ciudad de Alejandría no sólo se adornó con magníficas estatuas en la época antigua. Es una tradición que ha continuado hasta nuestros días, y las estatuas han ido apareciendo y desapareciendo a lo largo de la historia de la ciudad.